Una vuelta a la Bretaña, julio 2008
Después de unos maravillosos días en los Pirineos, a principios del mes de Julio de 2008, nos fuimos a la Bretaña. Este es el relato de nuestras impresiones por esta preciosa zona de Francia. De vuelta, aún pasaríamos un día más en los Pirineos para subir al Balcón de Pineta .
Nuestro itinerario
Sábado, 12. Valle de Pineta – Aurreau (Pirineo francés)
Domingo, 13. Aurreau (Pirineo francés)– Brandivy (Bretaña)
Lunes, 14. Brandivy – Josselin – Paimpol – Bosque de Merlin – Malestroit – Rochefort en Terre - Brandivy
Martes,15. Brandivy – Belle Ille – Costa Salvaje de Quiberon - Brandivy
Miércoles, 16. Brandivy – Locmariaquer - Trinite sur Mer– Alineamientos de Carnac – Carnac – Aurry - Brandivy
Jueves, 17. Brandivy – Ille aux Moins – Ille de Gravinis – Vannes - Brandivy
Viernes, 18. Brandivy – Pont Aven –Concarneau - Pointe de Penmarch - Tregunc
Sábado, 19. Tregunc – Quimper – Pointe du Raz – Douarnenez – Locronan – Plourin les Morlaix
Domingo, 20. Morlaix – Bahía de Morlaix - St. Pol de Leon – Roscoff –Menean – Enclos de Lampau Gimillau, Gimillau y St. Thégonnec – Morlaix
Lunes, 21. Morlaix – Bosque de Huelgoat - Península de Crozon (Cap de la Chevre, Pointe de Dinan, Pointe de Pen Hir) - Lanildut
Martes, 22. Lanildut –Le Conquet - Ille d’Ouessant –Lanildut
Miércoles, 23. Lanildut – Côtes des Legends - Les Abers – Ploumanach
Jueves, 24. Ploumanach – Costa de Granito Rosa – Costa d’Ajons – Mont St. Michel
Viernes, 25. Mont St. Michel – Cancale – St. Malo - Crehen
Sábado, 26. Crehen – Ille de Brehat - Dinan
Domingo, 27. Dinan – St. Emilion
Lunes, 28. St. Emilion – Valle de Pineta
Sábado, 26. Crehen – Ille de Brehat - Dinan
Domingo, 27. Dinan – St. Emilion
Lunes, 28. St. Emilion – Valle de Pineta

Presupuesto aproximado (por persona)
Gasóleo: 150 €
Alojamiento (16 noches con desayuno): 400 €
Comida: 450 €
Total: 1.000 €
Precios
En general, no hay grandes diferencias con los precios de España. En los restaurantes se pueden encontrar menús desde unos 10 € y se puede comer en un buen restaurante, una buena comida, con vino incluido, entre 30 y 40 €. En hoteles hay todo tipo de precios, pero entre 60 y 80 € se puede encontrar una habitación doble en hoteles muy aceptables. Las diferencias con España son más significativas en los alojamientos rurales. El precios medio es de unos 50 € por habitación doble, con desayuno incluido, en unas casas muy bien acondicionadas, con todo tipo de servicios, en lugares muy bonitos y con unos estupendos desayunos. Por el contrario, el precio del gasoil está entre un 10 y un 20 % más caro. Hemos visto precios desde 1,37 hasta 1,57 €/l. Los más baratos en las estaciones de servicio de los hipermercados, especialmente las de Champion. Hay que tener en cuenta que están cerradas los festivos y también al mediodía.
Si te alojas en alguna gite de France, llévate el justificante que te darán en la casa y que te permite obtener descuentos, en algunos barcos y en otros establecimientos.
Los precios que se detallan más adelante, tanto en el caso de restaurantes como de habitaciones, son por dos personas.
Direcciones útiles
Alojamiento
habitaciones
casas rurales
Morbihan
castillo en Cornualles
casas rurales en el noroeste
hoteles en Mont St. Michel
Conducir
Las distancias en Bretaña no son muy largas. De punta a punta, de Rennes a Brest, hay unos 250 km, unidos por dos autovías y en la parte más ancha apenas se alcanzan los 200 km. Las carreteras secundarias son, en muchas ocasiones, estrechas, pero nosotros no encontramos mucho tráfico y merece la pena meterse por ellas y disfrutar del paisaje y de los pequeños pueblos bretones. El único problema que tuvimos es que, en muchos pueblos, las indicaciones a la salida para encontrar la carretera principal nos parecieron muy confusas o inexistentes y, más de una vez dimos alguna vuelta o nos perdimos y tuvimos que acabar preguntando. Claro que todo esto queda resuelto con un GPS ...
El clima
El clima
Ciertamente no es el lugar ideal para quien busque unas vacaciones de sol y calor. De todas formas, a pesar de que un buen número de días amanecieron nublados o lluviosos, siempre acabó por salir el sol. Unas veces desde el amanecer y otras poco antes del atardecer, pero ningún día el tiempo nos obligó a cambiar nuestros planes. Y los días de sol en la costa son realmente espectaculares.
Era una constante en la mayoría de los alojamientos, especialmente en Domaine de Kerdrean, la preocupación de los dueños por el tiempo que haría. Cada día, ante las nubes o la niebla matinal, predecían que seguramente acabaría por salir el sol, lo que era más un deseo para que disfrutásemos del día que un convencimiento real.
Como vimos en algún lugar: En Bretaña no hace mal tiempo. Hace bueno varias veces al día.
Era una constante en la mayoría de los alojamientos, especialmente en Domaine de Kerdrean, la preocupación de los dueños por el tiempo que haría. Cada día, ante las nubes o la niebla matinal, predecían que seguramente acabaría por salir el sol, lo que era más un deseo para que disfrutásemos del día que un convencimiento real.
Como vimos en algún lugar: En Bretaña no hace mal tiempo. Hace bueno varias veces al día.
Impresiones del viaje
Habíamos oído hablar muchas veces del parecido con Galicia y es cierto que los paisajes tienen mucho en común. También el clima es parecido y en los dos lugares se comparte la preocupación por el tiempo que hará, especialmente después de varios días de lluvia. Pero también hay diferencias. Hay muchos paisajes en Galicia, tanto en la costa como en el interior, que nada tienen que envidiar a los bretones, cuando no son más espectaculares. Pero es cierto que la explotación turística, la publicidad, que se hace de estos lugares en Bretaña, para bien o para mal, es muy superior a la gallega. Otra diferencia significativa son los pueblos. Las casas de piedra, los pueblos repletos de flores, la limpieza que se observa por todas partes, hacen que uno tenga ganas de quedarse en cada pueblo por el que pasa. A años luz de tantos pueblos gallegos (con honrosas excepciones, por supuesto), enclavados en lugares espectaculares, y en los que apenas hay una calle por la que resulte atractivo pasear, víctimas de un progreso mal entendido. Prácticamente todos los pueblos y ciudades que hemos visitado, merecen la pena. Apenas se ve una casa que desentone, todos están cuidadísimos, tanto de forma privada como institucional. Siempre hay algún restaurante o algún bar acogedor. Y los bretones han sido siempre muy hospitalarios y amables con nosotros. Sólo una pega, los horarios de los restaurantes, Ya estábamos advertidos, pero que a la 1:30 del mediodía o a las 8:30 de la tarde, en verano y en zonas turísticas, no puedas comer, ni siquiera unas ostras, porque la cocina está cerrada es algo que no llevamos nada bien. Por supuesto que no todos los restaurantes son tan estrictos, pero nos tuvimos que ir de más de uno por esta cuestión.
Nuestro viaje, día a día
Sábado, 12. Valle de Pineta – Aurreau
Después de 5 días en los Pirineos iniciamos el viaje hacia Francia. Nos habíamos hecho muchas expectativas con Aurreau, después de ver algunas páginas en internet y, aunque tiene su encanto, nos quedamos un tanto defraudados. Dormimos en el Hotel de France, (80 €) un hotel sencillo, sin grandes pretensiones, un poco caro para lo que ofrece, y con un desayuno más bien cutre.
Domingo, 13. Aurreau – Brandivy
Como teníamos todo el día para llegar a Bretaña, pensamos en empezar dando un pequeño rodeo pasando por el col de Tourmalet, pero como ese día pasaría por allí el Tour de France, el acceso estaba cortado desde hacía ya dos días, así que seguimos hasta Saintes, una preciosa ciudad al norte de Burdeos, en donde paramos a comer en un parque junto al río y aprovechamos para dar un paseo por el centro. Entramos a visitar la catedral y tuvimos la suerte de escuchar una coral que actuaba en ese momento, con unas voces preciosas.
Poco después de las 8 de la noche llegábamos a nuestro destino, con el tiempo justo para ducharnos y salir corriendo a cenar Pluvigner , el pueblo más cercano a la casa donde nos hospedaríamos. Llegamos cerca de las 10 y nos atendieron porque íbamos a comer crepes y los dueños de la casa habían avisado para hacernos una reserva. Fueron nuestras primeras crepes, que devoramos con hambre y que además estaban muy buenas. Y de postre, crepe flambeada. También probamos la sidra, buena acompañante de las crepes. Todo por menos de 50 €. Aún tuvimos tiempo de disfrutar de una noche muy agradable dando un paseo por el pueblo, apenas un grupo de casas alrededor de la iglesia que forman un conjunto muy acogedor.
Lunes, 14. Brandivy – Josselin – Paimpol – Bosque de Merlin – Malestroit – Rochefort en Terre – Brandivy
Nos despertamos en nuestro primer día en Bretaña en Domaine de Kerdrean
Con un día magnífico, salimos hacia Josselin, un encantador pueblo medieval, con castillo incluido, que celebraba una fiesta medieval, lo que nos obligó a pagar una tasa de 8 € para entrar en el pueblo porque habría festivales, danzas y otros espectáculos a lo largo del día, Aunque hicimos saber nuestra intención de sólo querer pasear por el pueblo, tuvimos que pagar para poder visitarlo. Desde allí nos dirigimos a Paimpol. Varios km antes de llegar la carretera discurre entre un enorme bosque que, de repente, se abre para dejar paso a este pequeño y hermoso pueblo q
Malestroit es otra bonita villa florida. Es esta una categoría que mide la cantidad de flores que adornan casas y calles de los pueblos y que se anuncia en la entrada del pueblo con un cartel que incluye de 1 a 5 flores, en función de cómo el pueblo esté decorado. También cuenta con un río y un canal en el que se pueden alquilar embarcaciones para navegar por él.
Ya casi anocheciendo lleg
Al finalizar el día nos dimos cuenta de que, a pesar de ser 14 de julio, día de la República en Francia, no habíamos visto ninguna bandera francesa salvo las que ondeaban en los ayuntamientos, aunque sí varias bretonas, algo que sería una constante por toda la Bretaña, más acusado en la parte oeste.
Martes, 15. Brandivy – Quiberon - Belle Ille - Costa Salvaje – Brandivy
Después del desayuno, con un exquisito zumo de uva esta mañana, salimos hacia Quimper con intención de coger el barco de las 11 para pasar a la isla de Belle Ille. Siguiendo el consejo de Gilles, dejamos el coche a la entrada del pueblo, en un gran aparcamiento privado a unos 4 ó 5 km del puerto. Aunque luego vimos que no había demasiado problema para aparcar en el centro, no es mala idea dejarlo allí para evitar dar vueltas en busca de aparcamiento. Cuesta unos 7 € por todo el día y el precio incluye un autobús gratuito hasta el puerto que sale cada 10 ó 15 minutos, No llegamos a tiempo y nos quedó algo más de 1 hora para dar un paseo por Quimper. No le encontramos grandes atractivos, quizás porque después de las visitas del día anterior el listón estaba muy alto. Durante la espera vimos que había la posibilidad de alquilar un coche para recorrer la isla y entre las posibles opciones figuraba uno a medio camino entre un coche de juguete y un descapotable, que no pasaba de los 80 km/h, ideal para pasear al borde del mar. El precio para un día, 50 €.
El p
La isla es realmente bonita. Se puede recorrer prácticamente todo su perímetro a pie por un sendero costero. Hay varios aparcamientos habilitados para dejar el coche y continuar andando hasta los acantilados. Comenzamos visitando el faro de punta Poulains, protagonista de alguna de las fotos de faros bretones en las que las olas sobrepasan la altura de los mismos, y recorrimos la costa sauvage, desde aquí hasta las Aiguilles de Port Coton, haciendo continúas paradas para pasear al borde del mar. Las Aiguilles, unas formaciones rocosas en el mar son realmente espectaculares.
De vuelta a tierra hicimos un recorrido de varios kilómetros al borde del mar por la costa salvaje de Quiberon.
Sin apenas construcciones, siempre
Miércoles, 16. Brandivy – Locmariaquer – Trinité sur Mer - Alineamientos de Carnac – Aury – Brandivy
El clima bretón nos obsequió hoy con una mañana cerrada de niebla que había desaparecido cuando llegamos al yacimiento arqueológico de Lo
Después de un bocata con una cerveza, disfrutando del muelle de Trinité sur Mer, lleno de preciosos veleros, seguimos nuestra inmersión megalítica en Carnac. Aquí encontramos la primera aglomeración turística en torno a un gran edificio que funciona como centro de interpretación megalítico. Resulta grato un paseo bordeando los cientos de menhires de este primer alineamiento, conocido como Menec, pero cuanto más nos alejamos del centro de interpretación menos gente nos encontramos y, aunque los alineamientos son menores en número, están más solitarios y más integrados en los bosques colindantes. Así fuimos visitando Kermario, Kerlescan y Petit Menec. Este último, con solo unos pocos menhires, pero en un bonito y solitario lugar en donde sólo nos encontramos 4 ó 5 personas.
Un pequeño paseo por Carnac, que también es un
Jueves, 17. Brandivy – Ille aux Moins – Ille de Gravinis – Vannes – Brandivy
Continuamos en el precioso golfo de Morbihan, pero hoy nos vamos a adentrar más en él. Iniciamos el camino con algunas paradas siguiendo la rivera del Aury hasta el embarcadero para ir a la ille aux Moins. El trayecto en barco (5 € i/v) son apenas 5 minutos y, con sólo 6
Desembarcamos y unos minutos después de nuevo esperábamos en otro muelle para visitar el túmulo de la isla de Gravinis. En un pequeño barco partíamos poco después navegando por el golfo de Morbihan. La visita está totalmente controlada (12 €, incluyendo el barco) y la isla solamente se puede visitar con la compañía de un guía, y después de dejar en la recepción, bajo llave, cualquier bolso o elemento que pueda rozar las paredes interiores del túmulo. En realidad, lo único que se puede visitar de la isla es el túmulo y su entorno, que ocupa casi toda su extensión. Aquí pudimos completar la lección de prehistoria iniciada en Locmariaquer. Es un bonito lugar y merece la pena la visita, tanto por el interés cultural como por las bonitas vistas del golfo que se observan desde la isla. También el viaje en barco resulta atractivo.
Pasamos por Vannes, con una parte antigua muy bonita, y allí compramos algunas provisiones para cenar en una mesa al aire libre en nuestra casa de Brandivy, con algunas bebidas que Gilles nos había permitido guardar en la nevera. De todas formas, pronto tuvimos que volver a la casa porque la noche llegó acompañada de una brusca bajada de la temperatura.
Viernes, 18. Brandivy – Pont Aven – Concarneau – Pointe de Penmarch- Tregunc
Con cierta pena, y mucha lluvia, abandonamos el domaine de Kerdrean, después de degustar una nueva tarta y un exquisito zumo de Mme. Demais. Al pasar por el pueblecito de Brandivy, a muy pocos kilómetros de la casa, paramos a dar un paseo. Son apenas unas casas, pero tiene encanto. No faltan una bonita iglesia, flores y mucho gusto.
Pronto llegamos a Pont Aven, un pueblo exquisito, atravesado por un río y lleno de flores y
Concarneau es una preciosa ciudad amurallada sobre el mar, como si de un barco se tratara. Está repleta de restaurantes, cafeterías y tiendas de todo tipo, algunas muy atractivas. De todas formas, debido a que ocupa un recinto muy reducido, comenzaba el fin de semana y allí se celebraba algún tipo de festival musical. Había demasiada gente dentro de la ciudad amurallada, por
Pronto volvimos a Tregunc donde habíamos reservado una habitación en un castillo, todo un lujo por 90€. Chateau de Kerminaouet (http://www.chateaubretagne.info/). En el precio estaba incluido un buen desayuno en un comedor muy agradable, atendidos por la propietaria del castillo, autora de algunas preciosas esculturas de bronce que adornaban las salas del castillo y de los jardines, y por una amable chica que parecía recién llegada de otra época.
Sábado, 19. Tregunc – Quimper – Pointe du Raz – Douarnenez – Locronan – Plourin les Morlaix
La mañana se descubrió fría y lluviosa y no pudimos disfrutar de un paseo por la varias hectáreas que ocupan los jardines del castillo, que incluyen al
Nos dirigimos a continuación a la punta de Ratz. Nos encontramos con una sorpresa cuando vemos que la carretera finaliza en un aparcamiento de pago (6, o tal vez 8 €, por el día) y la prohibición de aparcar en toda la zona desde el último pueblo distante poco más de 1 km. Esta vez no estábamos dispuestos a pagar, así que dimos media vuelta y nos adentramos entre las casas del pueblo donde dejamos el coche.
Sentados en los acantilados reponemos fuerzas con un bocata y unas cervezas muy frías, conservadas en nuestra pequeña y utilísima nevera portátil. Y salimos hacia Douarnenez, lugar que nos habían recomendado encarecidamente visitar en la oficina de turismo de Concarneau, ya que allí se celebraba una concentración internacional de veleros de todo tipo. No llegamos en el momento álgido de la concentración y se nos había hecho un poco tarde por lo que no estuvimos allí mucho tiempo, pero sí pudimos disfrutar de unas hermosas vistas del pueblo y del río que allí desemboca, repleto de yates y veleros, desde un puente que lo cruza a una altura considerable.
La última visita del día fue al encantador pueblo de Locronan, considerado uno de los pueblos más bonitos de Francia. Llegamos allí poco después de las 7 de la tarde y una vez hecho el tradicional pago por el aparcamiento, nos adentramos en el pueblo cuando los últimos visitantes se retiraban. Esto nos permitió pasear por un Locronan con sus calles casi vacías. Es el pueblo perfecto, todas las casas de piedra, sin nada que desentone, con una preciosa iglesia, la plaza con el pozo en medio, una ermita.. Por supuesto, hay algunas tiendas de recuerdos pero no tantas como se podría esperar en un lugar tan visitado como este. Desde luego hay que evitar visitarlo en horas punta porque un sitio pequeño como este con todas sus calles y tiendas llenas de gente pierde gran parte de su encanto.
En un principio habíamos decidir no visitar la penísula de Crozon, así que teníamos reservada una habitación para esa noche en Plourin les Morlaix, un poco alejado de Locronan. Cuando llegamos a La maison des clés (http://pagesperso-orange.fr/tourisme.bretagne/) , que nos habían recomendado en el domaine de Kerdrean, y nos vimos entre tractores y grandes naves repletas de vacas, por un momento tuvimos dudas acerca de nuestra elección, que desaparecieron en cuanto Yvette abrió la puerta de la casa y accedimos a un precioso salón con una gran mesa, una chimenea alrededor de la que se disponían un sofá y varios sillones y un enorme ventanal con vistas a un pequeño estanque y a un bosque. También había una cocina totalmente equipada a disposición de los huéspedes. La habitación, con el baño totalmente forrado con corcho, era muy acogedora. Y un precio muy razonable (50 €), lo que incluía un completísmo y muy buen desayuno.
Domingo, 20. Bahía de Morlaix – Saint Pol de Leon - Roscoff – Menean - les enclos
Nos dirigimos hacia el norte bordeando la bahía de Morlaix. Un poco antes de Saint Pol una parada junto al mar nos permite disfrutar de unas bonitas vistas en una playa casi desierta con un islote enfrente ocupado por un pequeño castillo.
Cuando llegamos a Roscoff, un bonito pueblo costero, todos los barcos del puerto estaban sobre la arena y el mar se divisaba a lo lejos. Es un pueblo con mucho movimiento, con sus calles principales repletas de tiendas, bares y restaurantes.
Siguiendo una carretera al borde de la costa llegamos a Meneam, unas antiguas casas de pescadores, ahora reconstruidas, de granito y techos de paja junto a unas grandes peñas que acogen entre ellas una de las casas, como si de un peñasco más se tratase. Al lado una preciosa playa, sin apenas gente, en donde pudimos disfrutar del inicio de una preciosa puesta de sol.
De vuelta a casa, visitamos tres de los muchos “enclos” de la zona próxima a Morlaix. Son conjuntos formados por una iglesia, una cruz de piedra (un cruceiro gallego) y un “calvario” (representaciones en piedra de distintos pasajes religiosos). Entre los tres, Lampau Gimillau, Guimillau y St. Thégonnec, el de Guimillau es el más espectacular, con un impresionante calvario que cuenta con más de 200 figuras. Espectaculares eran también las alcachofas que tomamos en el restaurante Ar Chupen, al lado de la iglesia (45 €, incluyendo cerveza y una botella de sidra). Buena parte de la carta giraba en torno a la alcachofa que preparan de todas las formas imaginables, coronando la presentación con una banderita bretona.
Lunes, 21. Huelgoat – península de Crozon – Lanildut
Nuestra intención era seguir hacia el norte y luego al este, pero Yvette, nuestra amable anfitriona, nos sugirió no perdernos la península de Crozon y la isla de Ouessant y lo hizo con tanta vehemencia que decidimos seguir su consejo. Nuestra primera intención era pasar una noche en la isla y ella misma, sin escatimar tiempo ni esfuerzos, se encargó de localizar en internet los alojamientos de la isla y llamó a no menos de 10 y todos estaban completos. Únicamente conseguimos plaza en el camping. Además Yvette nos buscó una casa para esa noche en Lanildut, cerca de Le Conquet, de donde parten los barcos a la isla.
Una vez rehecho nuestro plan de viaje, salimos hacia Huelgoat, desde donde parten varios senderos que recorren el bosque de Huelgoat. Es la zona más alta de Bretaña, a pesar de que su cima no alcanza los 400 metros. Nosotros nos decidimos por una ruta de poco menos de 2 horas que lleva por los puntos más destacados del bosque. Entre robles y hayas, un caos de piedras con extrañas formas que dieron lugar a innumerables leyendas relacionadas con el Rey Arturo, hadas y gigantes, en donde, al menos en teoría, con un solo dedo puedes mover la Roca Temblorosa, una mole de más de 100 toneladas, siempre que encuentres el punto de desequilibrio, algo que nadie consiguió mientras estuvimos allí.
Con un día precioso llegamos a la península de Crozon. Poco antes de llegar a Cap de la Chevre, la carretera discurre justo al borde del mar y paramos el coche para disfrutar de las maravillosas vistas. Un poco más debajo de la carretera se veían unos pinos y decidimos acercarnos para tener una mejor perspectiva.
Después de este buen momento y de un pequeño paseo por Cap de l
Con la retina plena de bellos paisajes continuamos en busca de nuestro destino para esa noche, Lanildut. Un despiste al pasar por Brest alargó un poco el viaje y llegamos un poco cansados a nuestro alojamiento, Le nide d’Iroise, que se anuncia como la posibilidad de dormir en un nido entre los árboles. Se trata de unas cabañas construidas entre árboles aunque casi a ras de suelo. Además hay algunas habitaciones en otro edificio en el que nos quedamos, ya que eran más baratas (60€) que los nidos. En un amplio salón con grandes ventanales se sirve un completo y buen desayuno, en una gran mesa compartida con los demás huéspedes. Después de una buena ducha nos acercamos a cenar a una crepería del pueblo, L’Auberge de la Mer, un agradable lugar donde nos atendieron a pesar de ser casi las 10 de la noche. Hasta ese día no nos habíamos decidido a probar los mejillones, a pesar de que los veíamos por todas partes, porque nos parecían muy pequeño y nos resultaban poco atractivos, pero pensamos que si tanta gente los pedía sería por algo, así que ese fue nuestro primer plato, y resultó que los moules estaban buenísimos. Completamos la cena con unas chuletitas de cordero y una botella de sidra una espectacular crepe de postre. Todo por 47 €.
Martes, 22. Lanildut – Le Conquet – ille d’Ouessant – Lanildut
Aunque nuestra primera intención era pasar la noche en la isla d'Ouessant, después de enterarnos de los horarios de los barcos decidimos que podríamos ir y volver en el mismo día desde Le Conquet, por lo que reservamos una noche más en el “nido”. En realidad había un barco que partía de Lanildut pero ya no había plazas. Salimos hacia Le Conquet para tomar el primer barco pero llegamos tarde por unos minutos por lo que tuvimos que esperar 1 hora y media hasta el siguiente. Mientras nos dimos un paseo por el pueblo y nos dimos cuenta que habíamos dejado el coche en un sitio prohibido. En realidad, estaba prohibido aparcar en todo el pueblo, excepto a los residentes. Había que dejar el coche en un aparcamiento de pago a la entrada. Nos fuimos al otro extremo del pueblo y a partir del cartel que anuncia el inicio del pueblo y así se podía aparcar y allí se quedó.
El viaje dura alrededor de hora y media. En
Estuvimos en la isla unas 6 horas, tiempo suficiente para darle toda la vuelta sin prisas aunque llegamos al barco con el tiempo justo, puesto que acababa de empezar el embarque, así que nos pusimos en la cola y en unos minutos estábamos zarpando hacia Le Conquet. O eso creíamos nosotros porque, unos 30 minutos después de embarcar oímos que nos llamaban por la megafonía del barco. Un poco extrañados nos dirigimos a uno de los tripulantes y nos dicen que nos hemos equivocado de barco. Este se dirigía a Camare, a más de 100 km por tierra de Le Conquet donde estaba nuestro coche. Después de un par de charlas con el capitán este decidió que harían una pequeña parada en Le Conquet para desembarcarnos. Quizás tenían cierta responsabilidad puesto que cuando nos pidieron los tiques para embarcar no comprobaron nuestro destino, pero el caso es que fueron muy amables y ante el asombro del resto del pasaje el barco hizo una parada de unos segundos en el muelle de Le Conquet.
Desde allí continuamos por una carretera secundaria hacia Lanildut buscando la máxima proximidad a la costa con la recompensa de unas preciosas vistas de Le Conquet desde el otro lado del puerto natural que allí se forma.
Aún tuvimos tiempo para ir a cenar en otro restaurante de Lanildut, L’Abri Côtier. Resulta un lugar atractivo, situado a pie de playa y con enormes ventanales que permiten disfrutar de hermosas vistas al mar. En cuanto a la cocina nos pareció un poco irregular pero eso no empañó un día muy atractivo.
Miércoles, 23. Lanildut – Côte des Legends – Les Abers - Ploumanarch
Salimos en dirección norte, con un día precioso, siguiendo una hermosa carretera siempre al borde del mar. Enseguida hicimos una primera parada para disfrutar de unas hermosas vistas del faro du Four. Después la preciosa playa de Penfoul y un poco más allá la villa de St. Pabu En esta población se expone el ancla del tristemente famoso L’Amoco Caiz que, en 1978, provocó una gran marea negra en las costas bretonas. A la salida del pueblo preguntamos a un hombre que caminaba con su hija por la manera de seguir el camino lo más cerca posible a la costa y, muy amablemente, nos propuso que lo acercásemos a su casa, a un kilómetro de distancia, donde cogió su coche para que le siguiésemos hast
Finalmente nos dirigimos hacia Perros-Guirec con la intención de dormir en un camping. Cuando llegamos a nos encontramos con un atasco, el único que padecimos, que tuvimos que soportar hasta cruzar el pueblo. No teníamos reserva y el camping estaba lleno. Lo intentamos en otros dos sin éxito, por lo que nos fuimos a uno en la zona de Ploumanach, donde tuvimos más suerte.
Creo recordar que se llamaba Le port, un sitio agradable, distribuido en amplias parcelas, con un buen terreno y bastante sombra. Cenamos en el restaurante del camping que tiene una amplia terraza con bonitas vistas a una especie de ría. Una buena cena en un entorno muy agradable por un precio razonable.
Jueves, 24. Ploumanach – Costa de Granito Rosa – Costa d’Ajons – Mont St. Michel
Desde el camping nos dirigimos hacia la costa
Siguiendo el camino por la costa, ya con coche, llegamos a otro precioso pueblo florido, Plouguiel. Allí, siguiendo unos carteles que anunciaban la roche jaune llegamos al puerto donde, de repente desaparecieron los indicadores, pero nos encontramos con un agradabilísimo restaurante, el cafe Pesked, donde tomamos unas ostras estupendas y un pescado muy fresco. Una estupenda comida por 47 €. En
Siguiendo el camino de la costa pronto estábamos cerca del embarcadero desde donde salen los barcos para la isla de Brehat Habíamos decidido que haríamos caso de las recomendaciones de nuestra nueva amiga pero esa noche teníamos una reserva dentro del casco histórico de Mont Saint Michel y no había posibilidad de cambiarla y teníamos mucho interés en dormir dentro del recinto de la ciudad, así que decidimos que, aunque haríamos un pequeño rodeo, iríamos allí y después volveríamos a la isla.
Viernes, 25. Mont St. Michel – Cancale – Saint Malo - Crehen
Llegamos a Mont St. Michel a última hora de la
tarde, cuando los visitantes comenzaban a abandonar el lugar. Eso nos permitió encontrar un aparcamiento casi vacío en donde nos llamó la atención el cartel que advierte de la posibilidad de que las mareas puedan inundar parte del aparcamiento en días determinados. Sabíamos que este es un sitio que sufre una afluencia masiva de visitantes, especialmente en época de vacaciones, por eso habíamos reservado un hotel dentro del recinto amurallado con la intención de poder pasear por la noche, después de que el lugar quede más tranquilo y, sobre todo, levantarse temprano para disfrutar del lugar antes de que se llenase. Para nuestra sorpresa, los precios de los hoteles no eran excesivamente elevados. Finalmente, nos decidimos por el hotel Duguesclin (70 €). Sin ser nada del otro mundo, está muy bien situado y la habitación bastante bien. Además, desde el restaurante se sale directamente a la muralla y desde allí se disfrutan unas vistas espectaculares y se puede continuar un precioso paseo alred
edor de todo el lugar. Lo que no merece la pena es contratar el desayuno, muy caro (9 €/p) y bastante malo. Es preferible tomarse algo fuera aunque, en general, es caro en todos los cafés dentro del recinto amurallado. Bastante más baratos son los locales próximos extramuros. De hecho, nos llamó la atención el gran número de anuncios en hoteles y bed&breakfast ofreciendo habitaciones por precios muy atractivos, desde 25€,
Nos levantamos pronto y a las 7 y media ya paseábamos por este lugar espectacular, que pudimos disfrutar con sus calles vacías durante casi 1 hora. Las calles y sus edificios son bonitos, aunque otros muchos pueblos, incluso en Bretaña, pueden competir en belleza con Mont St Michel, pero su ubicación, el entorno y la increíble abadía hacen de este lugar un sitio único. La silueta desde el otro lado de la carretera de acceso es una imagen que no se olvida. Y quizás la imagen será aún más bella, una vez finalizado el proyecto, previsto para 2012, que pretende eliminar esa carretera para construir un puente que permitirá el acceso a través de un transporte público y que eliminará los coches del entorno del recinto amurallado.
A las 9 de la mañana comenzaban a llegar los primeros visitantes así que nos fuimos a visitar la abadía. Los interiores no nos parecieron tan espectaculares como la vista exterior pero permite disfrutar de unas excelentes panorámicas desde sus ventanales.
Poco antes de las 11, cuando las calles comenzaba a estar intransitables abandonábamos Mont Saint Michel, no sin mirar atrás de vez en cuando,
Nuestro destino era Cancale, un pueblo al borde la costa, con el atractivo de ofrecer unas exquisitas ostras que se pueden comprar a precios muy asequibles en unos puestos instalados en el muelle. Allí mismo puedes consumirlas, tirando las conchas directamente al mar. Además puedes comprar una botella de vino en alguna tienda cercana para completar el menú.
Pasamos la tarde en Saint Malo, otra impresionante ciudad amurallada. Esa tarde llovía y como no disponíamos de mucho tiempo solo pudimos dar un paseo por la muralla desde la que se disfrutan unas maravillosas vistas tanto de la ciudad intramuros como del mar y las playas que la rodean. Resulta curiosa una piscina con agua de mar y también la visión de cientos de enormes estacas de madera clavadas en la playa para proteger los paseos y las calles del fuert
e oleaje que azota con frecuencia.
Nuestra intención era dormir en el camping de Dinan pero cuando llegamos a la ciudad nos encontramos con que la carretera estaba cortaba porque había fiestas y se organizaba una carrera ciclista por lo que no podríamos acceder al camping hasta una o dos horas más tarde. Unos kilómetros más atrás habíamos visto un anuncio en la carretera de un bed&breakfast con buen aspecto así que decidimos volver allí. Pero resultó que estaba completo. Sin embargo, los dueños, muy amablemente se ofrecieron a llamar a una vecina que tenía también habitaciones para alquilar, pero no estaba en el pueblo así que nos puso en contacto con otra persona que tenía una casa a unos 30 kilómetros de allí en dirección al punto de embarque para ir a la isla de Brehat y de esta forma acabamos en Crehen, inaugurando el bed&breakfast La croix jaune (45 €, móvil 0672794838). En efecto, la casa estaba prácticamente lista para recibir huéspedes aunque faltaban algunos pequeños detalles, pero Päc, su propietario nos ofreció utilizar una habitación que estaba totalmente preparada. Además nos permitió utilizar su cocina e incluso nos facilitó pan y una botella de sidra y pudimos comer en un salón muy acogedor donde también tomamos un buen y completo desayuno.
Sábado, 26. Crehen – Ille de Brehat – Dinan
Llegamos a Mont St. Michel a última hora de la
Nos levantamos pronto y a las 7 y media ya paseábamos por este lugar espectacular, que pudimos disfrutar con sus calles vacías durante casi 1 hora. Las calles y sus edificios son bonitos, aunque otros muchos pueblos, incluso en Bretaña, pueden competir en belleza con Mont St Michel, pero su ubicación, el entorno y la increíble abadía hacen de este lugar un sitio único. La silueta desde el otro lado de la carretera de acceso es una imagen que no se olvida. Y quizás la imagen será aún más bella, una vez finalizado el proyecto, previsto para 2012, que pretende eliminar esa carretera para construir un puente que permitirá el acceso a través de un transporte público y que eliminará los coches del entorno del recinto amurallado.
A las 9 de la mañana comenzaban a llegar los primeros visitantes así que nos fuimos a visitar la abadía. Los interiores no nos parecieron tan espectaculares como la vista exterior pero permite disfrutar de unas excelentes panorámicas desde sus ventanales.
Poco antes de las 11, cuando las calles comenzaba a estar intransitables abandonábamos Mont Saint Michel, no sin mirar atrás de vez en cuando,
Pasamos la tarde en Saint Malo, otra impresionante ciudad amurallada. Esa tarde llovía y como no disponíamos de mucho tiempo solo pudimos dar un paseo por la muralla desde la que se disfrutan unas maravillosas vistas tanto de la ciudad intramuros como del mar y las playas que la rodean. Resulta curiosa una piscina con agua de mar y también la visión de cientos de enormes estacas de madera clavadas en la playa para proteger los paseos y las calles del fuert
Nuestra intención era dormir en el camping de Dinan pero cuando llegamos a la ciudad nos encontramos con que la carretera estaba cortaba porque había fiestas y se organizaba una carrera ciclista por lo que no podríamos acceder al camping hasta una o dos horas más tarde. Unos kilómetros más atrás habíamos visto un anuncio en la carretera de un bed&breakfast con buen aspecto así que decidimos volver allí. Pero resultó que estaba completo. Sin embargo, los dueños, muy amablemente se ofrecieron a llamar a una vecina que tenía también habitaciones para alquilar, pero no estaba en el pueblo así que nos puso en contacto con otra persona que tenía una casa a unos 30 kilómetros de allí en dirección al punto de embarque para ir a la isla de Brehat y de esta forma acabamos en Crehen, inaugurando el bed&breakfast La croix jaune (45 €, móvil 0672794838). En efecto, la casa estaba prácticamente lista para recibir huéspedes aunque faltaban algunos pequeños detalles, pero Päc, su propietario nos ofreció utilizar una habitación que estaba totalmente preparada. Además nos permitió utilizar su cocina e incluso nos facilitó pan y una botella de sidra y pudimos comer en un salón muy acogedor donde también tomamos un buen y completo desayuno.
Sábado, 26. Crehen – Ille de Brehat – Dinan
El viaje en barco desde L’arcouest a la isla de Brehat dura apenas unos minutos y el billete de
ida y vuelta cuesta 8’50 €/p. Hacía un día espléndido y, en cuanto bajamos del barco, alquilamos unas bicicletas y nos dispusimos a recorrer la isla. La longitud de punta a punta puede ser de unos 5 ó 6 km, así que las 6 horas de que disponíamos nos permitían recorrerla tranquilamente.
Empezamos por visitar una vidriería, en la que puedes ver cómo se sopla el vidrio y curiosear por las salas de exposición además de comprar algún recuerdo. La verdad es que había cosas realmente bonitas, más allá de las típicas figuritas decorativas de dudoso gusto que suele haber en estos sitios, y el lugar es también muy atractivo. Muy cerca de allí hay un camping en un lugar precioso, entre pinos, flores y con unas vistas espectaculares. Nos acercamos después a una pequeña
ermita en un alto, desde donde se divisa toda la isla. La visión es una maravilla, el mar, algunos islotes, pinos, algún faro y casas preciosas con unos jardines cuidadísimos, y flores, flores por todas partes, de todos los tipos y colores. Es el lugar común de la isla, adonde quiera que vayas encuentras flores. Hay un pequeño pueblo y luego casas dispersas por toda la isla y varios senderos para recorrerla a pie o en bicicleta. En uno de los extremos hay un curioso faro y en los alrededores las rocas recuerdan a las que habíamos visto en “Le Gouffre”.
La verdad es que nos alegramos mucho de haber ido y nos hubiésemos quedado al menos hasta el día siguiente si dispusiésemos de más tiempo.
De vuelta en tierra nos dirigimos a Dinan, donde pasaríamos la última noche en Bretaña. Después de dos o tres intentos fallidos, encontramos una habitación en la zona del muelle fluvial, en un sencillo hotel(58 €). Es un sitio
sin un atractivo especial, pero
la habitación estaba limpia y tenía una bonita vista hacia el río Rance. Dinan es una preciosa ciudad medieval con mucho encanto pero, sobre todo, la calle del Jerzual, una empinada cuesta que baja hasta el río, donde cada casa merece la atención del viajero, todas con mucho gusto, cortinas de encaje en las ventanas, flores, detalles decorativos de todo tipo y, sobre todo, mucho gusto. También la zona del muelle tiene mucho encanto. Allí cenamos, en una terraza junto al río, unos riquísimos mejillones y un buen vino a la luz de las velas para despedirnos de Bretaña.
Domingo, 27. Dinan - Saint Emilion
A la mañana siguiente aún pudimos disfrutar de un relajante paseo por la ciudad aún medio dormida, con una visita a la catedral, un paseo en los alrededores del castillo y comenzamos la vuelta a casa.
Hicimos noche en Saint Emilion para visitar este precioso pueblo dedicado por entero al vino que lleva su nombre. Está cuidado hasta el último detalle, lleno de bodegas y tiendas dedicadas a todo lo que tenga que ver con el vino, desde una vid lista para plantar hasta preciosas copas de todos los tipos y precios. Cenamos en uno de los muchos restaurantes allí existentes y, en nuestra ignorancia, se nos ocurrió preguntar por los blancos de St. Emilion y la camarera casi se lleva las manos a la cabeza. Quedó claro, en St. Emilion solo vino tinto. Los alrededores son también muy bonitos, llenos de viñas por todas partes.
Dormimos en el camping La Barbanne. Está en un lugar agradable, cerca del pueblo y al lado de un pequeño lago. Pero excesivamente caro (38 € incluido un desayuno malísimo.)
Lunes, 28. Saint Emilion – Valle de Pineta
No pudimos irnos sin antes visitar una bodega y traernos alguna botella del vino de la zona.
Con la esperanza de que el tiempo nos acompañase en los Pirineos y al día siguiente pudiésemos hacer la frustrada subida al balcón de Pineta, de los días previos a nuestro viaje a Bretaña, iniciamos nuestro último día en Francia, muy contentos de la experiencia y satisfechos por todo lo visto y vivido.
Empezamos por visitar una vidriería, en la que puedes ver cómo se sopla el vidrio y curiosear por las salas de exposición además de comprar algún recuerdo. La verdad es que había cosas realmente bonitas, más allá de las típicas figuritas decorativas de dudoso gusto que suele haber en estos sitios, y el lugar es también muy atractivo. Muy cerca de allí hay un camping en un lugar precioso, entre pinos, flores y con unas vistas espectaculares. Nos acercamos después a una pequeña
La verdad es que nos alegramos mucho de haber ido y nos hubiésemos quedado al menos hasta el día siguiente si dispusiésemos de más tiempo.
De vuelta en tierra nos dirigimos a Dinan, donde pasaríamos la última noche en Bretaña. Después de dos o tres intentos fallidos, encontramos una habitación en la zona del muelle fluvial, en un sencillo hotel(58 €). Es un sitio
Domingo, 27. Dinan - Saint Emilion
A la mañana siguiente aún pudimos disfrutar de un relajante paseo por la ciudad aún medio dormida, con una visita a la catedral, un paseo en los alrededores del castillo y comenzamos la vuelta a casa.
Dormimos en el camping La Barbanne. Está en un lugar agradable, cerca del pueblo y al lado de un pequeño lago. Pero excesivamente caro (38 € incluido un desayuno malísimo.)
Lunes, 28. Saint Emilion – Valle de Pineta
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62 comentarios:
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