18 mayo 2011

Berlín, alrededor del muro. Mayo 2011

Berlín, ciudad de diversidad y de múltiples contrastes, entre la tradición y las vanguardias.

Nuestro itinerario
Miércoles, 4.  Sevilla - Madrid - Berlín. East Side Gallery - Prenszlauerberg
Jueves, 5.  Berlín. Mitte - Tiergarten - isla de los museos 
Viernes, 6.  Berlín.  Postdam, jardínes y palacios - Prenslauerberg
Sábado, 7. Berlín. Prenslauerberg - Zoo - Barrio turco
Domingo, 8. Berlín - Madrid - Sevilla




Presupuesto aproximado (2 personas)
Avión Sevilla - Madrid - Berlín (i/v): 640 €
Alojamiento 4 noches: 390 €
Comidas: 380 €
Visitas monumentos y traslados: 100 €
Otros gastos: 90 €

Total por persona: 800 €


Precios
Es una ciudad barata, en general. Se pueden encontrar alojamientos por precios asequibles (en un albergue se puede dormir por unos 15 €/persona y se pueden encontrar habitaciones o apartamentos muy atractivos por unos 30 €/persona).
Comer tampoco resulta caro. Desde las salchichas y patatas fritas de los puestos callejeros por 2 ó 3 € hasta los menús de las cervecerías que permiten hacer una buena comida por poco más de 10 €. Incluso la cerveza no resulta cara (unos 3€ el medio litro). Un poco más caro resulta el vino.
El combustible estaba un poco más caro que en España: el gasoil costaba alrededor 1'35 €/l y la super 1'55 €/l.
Compras
Además de encontrar la mayoría de las tiendas que puedes encontrar en toda Europa occidental, hay muchas tiendas de un cuidado diseño de todo tipo de artículos: ropa, hogar, muebles, decoración... Nos llamó especialmente la atención una de ropa, All Saints
Quizás es que no estuvimos mucho por las zonas más turísticas pero nuestra impresión fue de que no hay  tantas tiendas de recuerdos para turistas como suele haber en otras ciudades con tanto turismo como esta.
Clima
Todo el mundo sabe que fuera del verano por estas latitudes se puede esperar cualquier cosa. Nosotros tuvimos suerte en este aspecto. Después de un primer día muy frío, rondando los 0º, en el que incluso granizó un poco, el tiempo fue mejorando cada día hasta terminar con un fin de semana primaveral, superando los 25º.

Direcciones útiles

Generales
Berlín (información general)
Berlín (información general)
Our Own Private Berlin (un blog con mucha información variada de interés, en español)
revista berlín (de todo acerca de Berlín)
El País  (dónde ir, dónde comer, dónde dormir)
mapas (mapas, pdf e interactivos, de Berlín y otras ciudades alemanas)
Reichstag  (reservas para visitas, solo en alemán)
Reichstag  (reservas para visitas guiadas)
Torre de Telecomunicaciones  (visita a "el pirulí" y restaurante)
el muro (1)
el muro (2)
transportes (BVG)


Restaurantes
Gugelhof
Augustiner
Berliner Republik  (para los amantes de la bolsa)
Fleischerel
White Trash Fast Food
Cecilienhof Potsdam
Paris
underground  (otra tipo de restaurante, de "puertas cerradas")
Shy Chef  (un restaurante de "puertas cerradas") 


Alojamiento
Mitte Apartment (Mitte - Prenzlauerberg)
Pension Funk
ClickBed
Hotel Q  (puro diseño)
RoomZ
Prenzlauer  (zona Prenzlauerberg)
City Guesthouse Pension Berlin  (zona Prenzlauerberg)
Wombats (albergue en Prenzlauerberg)
Ostel  (Hostal con diseño RDA)
Propeller Island City  (un hotel diferente)
Only-apartments

Transportes
Los transportes públicos funcionan muy bien. El aeropuerto está comunicado con la ciudad por un autobús urbano con una frecuencia de unos 20 minutos y por un precio increíble: 2'30 €. De lo más barato que hemos visto nunca. El viaje dura unos 45 minutos y te deja en Alexanderplatz. Los billetes se pueden comprar en una oficina del mismo aeropuerto, junto a la puerta de salida, con el distintivo BVG. El autobús está identificado con las siglas TXL.
Desde la ciudad al aeropuerto hay autobuses desde la 4 o las 5 de la mañana, dependiendo del día de la semana, cada media hora los primeros y cada 20 minutos durante el día. En las propias paradas hay paneles, señalados con una H, indicando la frecuencia de los diferentes buses, que se cumple con precisión.
Aunque es una ciudad con mucho atractivo para callejear, es muy extensa, por lo que puede resultar muy útil comprar una tarjeta Berlin Card por 48, 72 horas o 5 días. Nosotros usamos la de 48 horas (18'90 €), incluyendo el viaje a Potsdam (solo este desplazamiento en tren costaba 12 €), que permite usar sin límite durante el tiempo elegido todo tipo de transportes: bus, metro (U-Bahn), tranvía y S-Bahn (una especie de tren de cercanías) y la amortizamos con creces, teniendo en cuenta que cada viaje sencillo cuesta 2'30 €.
El metro funciona bien, aunque, por lo que vimos, nos pareció que las instalaciones, salvo en algunas estaciones especialmente bonitas, no son nada del otro mundo. El metro de Madrid no tiene nada que envidiarle. Lo que sí resulta curioso es el que no haya tornos de entrada ni ningún tipo de control. El acceso es totalmente libre. Hay inspectores que controlan de vez en cuando en los trenes, aunque nosotros no hemos visto ninguno. Y todo el mundo viaja con su billete...
Bicicleta. Es una alternativa a tener en cuenta. Por toda la ciudad se pueden alquilar bicicletas, en la recepción de los hoteles, tiendas, bares. Fácilmente reconocibles por las bicicletas aparcadas delante con el correspondiente cartel. Lo que no hemos visto es un sistema de alquiler público del tipo del de Sevilla o París. Los precios suelen estar en torno a unos 8 € por medio día y 12 € por todo el día. También hay visitas organizadas en bicicleta. Hay varios lugares de salida pero uno de los más concurridos en en Potsdamer Platz. Los organizadores de estas visitas (12 €) te pueden facilitar un plano con un recorrido de unos 30 km, que permite visitar los principales puntos de interés de la ciudad en unas 4 h, siguiendo carriles bici y evitando las avenidas más transitadas. Para los que no sean amantes de grupos organizados, puede ser una buena opción tomar este recorrido como referencia para hacerlo por libre.


Este mapa del centro de la ciudad, en el que se recoge por donde discurría el muro (están señalados los lugares en donde existen todavía partes del mismo), da una idea de algunos de los lugares de interés de la ciudad.

Nuestro viaje, día a día

Miércoles, 4.  Sevilla - Madrid - Berlín. East Side Gallery, Prenzlauerberg
Con el retraso de rigor de 30 minutos en Barajas llegamos al aeropuerto de Tegel sobre la 1 de la tarde. Una hora después estábamos en el apartamento Berlin-Mitte (89 €).
Situado en el bajo de un bloque de apartamentos, consta de una habitación muy amplia, que hace las veces de sala y comedor, y una pequeña cocina, suficientemente equipada. Un sofá cama permite que se pueda usar por 3 ó 4 personas. Toda una pared es un ventanal que da acceso a una pequeña terraza bordeada por un jardín interior. La situación es magnífica, a 10 minutos andando de Alexander Platz y con una parada de metro (Weinmeinsterstrasse) con solo cruzar una calle.
Pronto estábamos al lado del omnipresente pirulí, la torre de televisión. Construida en 1969, es todo un símbolo de Berlín. Con sus 368 m de altura es uno de los edificios más altos de Europa. En la esfera de la cúspide hay un restaurante, a más de 200 m de altura, que gira 360º cada 20 minutos, y también un mirador, al que se puede subir en un rápido ascensor (11 €/p.). En uno de los puestos callejeros tomamos nuestras primeras salchichas, currywurst. Buenísimas y a muy buen precio (2´30 €), aunque las veríamos más baratas en otros lugares. Y en el chiringuito de al lado una estupenda cerveza. Una temperatura cercana los 0º y un viento helado nos obligó a apurar nuestro tentempié y pronto caminábamos ya hacia el sudeste de la ciudad, con el río Spree a nuestra derecha. Después de cruzar una zona un tanto inhóspita, a lo que ayudaba un chaparrón de agua y granizo que, afortunadamente, duró solo unos minutos, encontramos los monótonos edificios de viviendas de la época comunista, que presentan ahora unas renovadas fachadas conformando unos coloridos mosaicos. Empezamos aquí a familiarizarnos con el simpático personaje de los semáforos de peatones.


Llegamos así a unas instalaciones con bares, zonas de juego y hamacas, mirando al río y dispuestas para disfrutar de cualquier rayo de sol que se asome. Alguna zona de arena le da un cierto aspecto de playa fluvial. Estábamos ya en East Side Gallery, el trozo más largo que se conserva del muro (1'3 km), con 103 dibujos de autores de todo el mundo, que los repintaron en 2009 ya que los originales se encontraban en un lamentable estado. Aquí están, entre otras, las conocidas obras del beso de Breznev -jefe de estado de la Unión Soviética- y Honecker -presidente de la RDA- y un Trabant (el coche estandarte de la RDA) atravesando el muro.


Al final del muro está el puente de Oberbaum, el más bello de Berlín, flanqueado por dos torres de color rojizo y que sirvió de frontera entre las dos alemanias.  Hicimos el camino de vuelta por la inmensa avenida de Karl Marx hasta Alexander Platz. teníamos ya localizado un restaurante para cenar y allí nos dirigimos callejeando por Prenzlauerberg. Un barrio precioso, con mucha personalidad. Una delicia pasear por Schönhauser Allee, con pequeños comercios de todo tipo, locales alternativos, bares y restaurantes con terrazas en la calle. Un barrio muy popular entre la gente joven y alternativa al que se han ido incorporando familias jóvenes por el encarecimiento del precio de la vivienda.
En esa zona está el restaurante Gugelhof. Es un lugar muy agradable, con cocina de inspiración francesa, alsaciana más concretamente, con un ambiente muy repetido en Berlín: mesas de madera, poca luz, velitas de ambiente… y un atento servicio. Una pena que la comida no respondió a las expectativas creadas, excepto el postre,buenísimo: una especie de pizza, enorme, con masa muy fina y manzana, flambeada con licor en la misma mesa. Parte de la tarta nos sirvió de desayuno para el día siguiente. (52 €)

Jueves, 5.  Berlín. Mitte, Tiergarten, isla de los museos
Una mañana radiante, aunque un poco fresquita, y las calles tranquilísimas del barrio animaban a pasear. Salimos en dirección a la calle Oranienburger, en donde está la Nueva Sinagoga, que aunque no resultó dañada por los nazis fue seriamente afectada por los bombardeos aliados y posteriormente demolida por la RDA. La fachada se restauró y fue reabierta en 1995.
Casi enfrente está el edificio Tacheles. Construido como un centro comercial en 1907, resultó muy dañado por las bombas durante la segunda guerra mundial. En 1990 fue ocupado por un movimiento de artistas de todo el mundo que siguen luchando contra una posible demolición. En sus distintas salas se pueden ver obras terminadas y observar a los artistas en su proceso de creación. También se celebran conciertos, obras de teatro, talleres, recitales de poesía…


Pronto llegamos a Friedrichstrasse y desde allí al famoso bulevar de Unter den Linden ("Bajo los tilos"), en donde se encuentran numerosos lugares de interés, como la Ópera, la Universidad, la Biblioteca Universitaria, el hotel Adlon (del que no tenemos buen recuerdo ya que un emperifollado portero no nos permitió entrar al vestíbulo para visitarlo), terminando en la plaza de París (Pariser Platz) y la emblemática puerta de Brandenburgo, símbolo de la reunificación alemana, curiosamente, hasta que el muro fue derribado este monumento estuvo aislado tanto de la alemania oriental como de la occidental.
La puerta da acceso al enorme y precioso parque Tiergarten. En un extremo está el Riechstag, el parlamento alemán. Uno de los elementos más llamativos del edificio es una preciosa cúpula de cristal, que se puede visitar, como el resto del edificio, pero, desde 2011 solo con reserva para el restaurante que hay en el mismo edificio o haciendo una reserva previa por internet (la dirección está recogida al principio de esta entrada).
Saliendo nuevamente del parque en dirección a la puerta de Brandenburgo, justo a su derecha está el monumento al holocausto. Son 2711 bloques de hormigón de diferentes dimensiones y dispuestos a distintas alturas. Produce una extraña sensación deambular entre los pasillos, prácticamente solitarios, en forma de laberintos que se crean en su interior que de pronto hace olvidar que estas en una gran ciudad porque te engulle haciendo perder toda referencia. Dicen que esa era la intención del autor, hacer sentir el desconcierto y la soledad que sentían los prisioneros de los campos de concentración. Claro que seguramente esto no ocurrirá cuando haya miles de turistas por los pasillos al mismo tiempo que tú…
Casi enfrente está el local en el que había un curioso museo, DDR, en el que se recogían elementos de uso diario en el Berlín oriental, pero estaba cerrado y parecía que definitivamente. Muy cerca está una plaza, bajo la cual se encuentra el búnker en el que se suicidó Hitler. Un panel informativo recuerda este hecho y, según explicaba un guía a un grupo de turistas, es el único lugar de Berlín en el que hay una referencia directa a Hitler.


Poco después llegamos al centro neurálgico del moderno Berlín, Postdamer Platz, una plaza repleta grandes edificios de bella factura que albergan gran número de oficinas de todo tipo. En una de las avenidas que parten de la plaza se ha construido una especie de pequeña colina artificial en la que a mediodía muchos ejecutivos se sientan a comer su hamburguesa, patatas fritas o cualquier tipo de comida basura antes de volver al trabajo.
Un poco más al sureste está el Museo Judío del que habíamos leído que merece la pena ver al menos el edificio. También por allí está el Checkpoint Charlie, en donde se ha construido una réplica del control fronterizo entre la zona occidental y oriental que había en ese lugar, demolido en el año 1990. No llegamos a ninguno de estos dos lugares porque el hambre, el cansancio y una cervecería Augustiner se interpusieron en nuestro camino. Estas cervecerías son una buena opción para una consistente comida y una buena cerveza, a buen precio y en un buen ambiente, de una calidad aceptable. Un buen codillo para reponer fuerzas fue parte de nuestro menú (34 €). Justo enfrente está la plaza Gendarmenmarkt, una de las más bellas de la ciudad, en la que están el Konzerthaus (una sala de conciertos), la Catedral Francesa y la Catedral Alemana.
De nuevo en la calle Fiedrichstrasse, 140, entramos en una tienda de ropa con innovadores diseños, All Saints. Merece la pena darse una vuelta por la tienda, situada en el bajo y sótano de un moderno edificio, con una curiosa decoración, a base de cientos de antiguas máquinas de coser y grandes focos en los techos en una especie de viejo almacén.


Y después de una visita tan material, decidimos alimentar el espíritu así que siguiendo el río nos acercamos a la isla de los museos, para visitar el Museo de Pérgamo (12 €/p.). El precio de la entrada incluye el uso de auriculares con versión en español. Por si no se dispone de mucho tiempo hay una versión para visitar lo fundamental con una duración de unos 30 minutos. Los propios museos que ocupan una pequeña isla en el río son muy hermosos y este, concretamente, merece la pena la visita. El edificio fue construido alrededor de las obras de arte, con lo cual algunas de las obras de arte que alberga constituyen sus paredes y columnas. De entrada te encuentras con el impresionante altar de Pérgamo, del año 170 a.C., obra maestra del arte helenístico. Pero no menos impactante son las magníficas Puerta del Mercado, de Mileto, y las puertas de Istar de Babilonia, construida por Nabucodonosor II en el año 575 a. C.


Aún era un poco pronto para cenar, y estábamos un poco cansados por lo que  decidimos subirnos al autobús número 100, de 2 pisos y que hace una ruta similar a los buses turísticos pero por el precio de uno urbano, o gratis con la Berlin Card. Fuimos así desde Alexander Platz, pasando por Tiergarten, hasta Hardenger Platz, en la zona del zoológico. Para volver cogimos el 200 que hace una ruta muy parecida.
Y para cenar, otra cervecería, Berliner Republik (35 €), un enorme local, repleto de gente. Pantallas de televisión con deportes o noticias e información de la bolsa cervecera.  En estas aparece el precio de la cerveza, que varía continuamente en función de la demanda. Mucho bullicio (como si estuviésemos en España), buena cerveza y comida aceptable a buen precio. Uno de los platos que servían era similar a la tarta que habíamos tomado la noche anterior (aunque no tan buena) en versión salada y ya flambeada antes de servirla.
De vuelta al apartamento comprobamos que la calle Oranienburguer estaba animadísima. En las aceras varias chicas ejercían la prostitución, curiosamente todas ellas con unas enormes plataformas, como si de un desfile de drag queen se tratase.  En el restaurante español Yosoy, ya en la calle Rosenthaler, fácilmente distinguible por su bandera española en la fachada, había lleno hasta la bandera, y poco español se veía entre la clientela.

Viernes, 6.  Potsdam,  jardines de Sansoussi. Berlín, Prenzlauerberg
Salimos del apartamento directamente al metro que teníamos casi en la puerta y en Alexander Platz, cogimos el SBahn S7, una especie de tren de cercanías que se cogen en la 1ª planta de la estación. En 30 minutos estábamos en la estación de Potsdam Hbf.
Justo al bajar del tren, en el mismo andén, se puede alquilar una bicicleta (unos 8€ por medio día y 12€ por todo el día) o también al lado de la estación, saliendo por la salida donde están los autobuses turísticos (la opuesta a la salida principal). Nosotros no lo hicimos dejándonos guiar por una mala información de la guía de Lonely Planet, en la que solemos confiar. Decía que era una lástima no poder circular por los jardines de Sansoussi y eso es cierto solo en parte. Efectivamente no se puede circular por los caminos interiores, pero hay un estupendo carril bici alrededor de los jardines que permite hacer un delicioso paseo y si quieres adentrarte solo tienes que bajarte de la bici y continuar a pie hasta que vuelvas a salir al carril. Eso si no te haces el loco por algunos caminos solitarios en los que puedes seguir por momentos en la bici. Además puedes llegar en unos minutos tranquilamente en la bici desde la estación a los jardines. Cuando nos dimos cuenta de esto salimos hasta otro punto de alquiler de bicis, en otra parada del SBahn y allí alquilamos las nuestras. Eso sí, el alquiler solo se podía hacer por teléfono, con cargo a la VISA. Un chico alemán nos hecho una mano, ofreciéndose a usar su móvil para evitarnos una llamada internacional, y él necesito 15 minutos para resolver todo el trámite.



Una vez con nuestra bicis fue una delicia el paseo por los jardines. Siguiendo el consejo de una guía española que se nos había acercado en la estación nos fuimos luego hacia Neuer Garten, mucho menos visitado pero con un gran atractivo. Es un maravilloso jardín, casi un bosque, junto a un lago, con algunas hermosas casas y algunos palacios, entre los que destaca Cecilienhof. A este llegamos casi a las 3 de la tarde, empezaba a notarse el calor, y de repente nos encontramos una preciosa terraza, casi vacía, con un precioso jardín delante… Echamos un vistazo a la carta para evitar sobresaltos y al poco disfrutábamos de una estupenda cerveza. Un pato buenísimo y un exquisito postre a base de helado fue lo mejor de una estupenda comida en un marco incomparable (74 €). En ese mismo lugar tuvo lugar en julio de 1945 la Conferencia de Potsdam en la que Truman, Churchill y Stalin se reunieron para, entre otras cosas, decidir como administrar Alemania, después de que se hubiese rendido incondicionalmente unas semanas atrás, y ultimar los términos de la capitulación de Japón (que no aceptaría, lo que supuso el lanzamiento de las bombas atómicas de Hiroshima y Nagasaki).

Animados por los comentarios leídos en un artículo sobre la ciudad, habíamos planeado ir a cenar al restaurante White Trash Fast Food, en la calle Schonhauser Allee, cerca de nuestro apartamento. Es un local en el que después de cenar (al parecer se pueden degustar  unas buenas salchichas, chuletas, filetes...) suele haber música en directo, en general de estilo punk-rock. Ese día había actuación y, solo por entrar, había que abonar 3 €. Estaba lleno y tendríamos que esperar a que nos avisasen al móvil cuando tuviésemos sitio. Eso nos desanimó y nos fuimos a comer justo al lado, en Fleischerel (70 €). Un restaurante moderno con mucho azulejo blanco en las paredes y un agradable ambiente. También estaba casi lleno y comimos en una especie de mostrador hacia la calle que permitía observar el continuo trasiego de gente por la calle, era indudable que muchos de ellos se dirigían al concierto en el bar de al lado. Aconsejados por el camarero, muy amable, aunque el servicio era un poco lento, nos decidimos a probar el schwertfisch, un pez de lago, según dijo, que resultó estar muy bueno. El vino era excesivamente caro (no menos de 30 € una botella y 6 €/copa) pero el camarero nos sirvió una generosa copa de un vino alemán realmente exquisito. Bodenschatz - St. Antony, Rheinhessens se podía leer en la etiqueta de la botella.

Sábado, 7.  Berlín. Prenzlauerberg, zoo (Charlottenburg),  barrio turco (Kruzberg)
Poco después de las 9 ya disfrutábamos de otra preciosa mañana. Callejeando en dirección noroeste por el barrio de Prenzlauerberg nos llamó la atención la bonita iglesia de Zionskirche, una mezcla de estilos arquitectónicos. Nuestro primer punto de interés era visitar,  en la calle Barnauer Strasse,  el memorial del Muro de Berlín (Gedenkstatte  Berliner Mauer), en donde, junto a uno de los trozos conservados de forma más fiel,  se muestra como se construían las instalaciones fronterizas. Justo enfrente hay un centro de interpretación con un mirador desde el que se puede hacer una idea más clara de la estructura del muro. Algunas fotos relativas a diferentes momentos y los comentarios oportunos permiten hacerse una idea aproximada de como era la vida en torno al muro. A nosotros al menos nos permitió darnos cuenta de lo mucho que desconocíamos al respecto.
Muy cerquita se celebra un mercado los fines de semana que empezaba a cobrar vida, aunque hacia ya un buen rato que un grupo de música se hacia oir en un escenario.
Desde allí nos fuimos en tranvía (había que sacarle partido a la BerlinCard) a la calle Schonhauser Alle. Allí está KulturBrauerei, una antigua fábrica de cerveza, hoy convertida en un enorme centro cultural, con cines, restaurantes, salas de conciertos... También hay una bonita tienda de diseño de muebles  y artículos para la casa, además de originales juguetes para niños, con una cafetería dentro de la propia tienda. Se llama  green living.
En la plaza Kollwitz Platzer había una animado mercadillo en donde, además de una oferta gastronómica muy atractiva, hay flores, ropa, artesanía…
Cambiamos a la otra zona de la ciudad, de nuevo en el 100, para ira a comer al restaurante Paris, muy cerca de la parada de metro Uhlandstrasse, en la zona del zoo. Es un bonito restaurante de inspiración francesa con sus paredes repletas de cuadros de todo tipo de estilos y fotos de muchos famosos que por allí pasaron. Allí dejaron su huella Brigitte Bardot, Robert de Niro, Al Pacino o Yves Montand, entre otros muchos. Unas ostras exquisitas  fueron el aperitivo de una buena comida (80 €).



El entorno de la plaza Breitscheide Platz era un hervidero de gente. La mayoría de tienda en tienda y otros disfrutando del sol y de los espectáculos callejeros. De allí parten algunas de las calles más comerciales de Berlín y no podía faltar Zara ocupando uno de los edificios más destacados de la plaza. No era eso lo que buscábamos por lo que pronto cogimos el metro en  Wittenberg, cuya parada está en un edificio que poco hace pensar en que lo sea. Nos bajamos en Kottbuser Tor, en Kreusberg, el barrio turco de Berlín.
Lo primero que nos llamó la atención al salir del metro fue el gran número de antenas parabólicas que poblaban las fachadas de los edificios. Enseguida el bullicio, los nombres de los comercios, la música que salía desde las casa y el gran número de niños en la calle evidenciaba el contraste con otras zonas de la ciudad. Los fines de semana hay un mercado junto al río aunque estaba ya terminando y tuvimos tiempo solo para un rápido paseo. En uno de los parques había una celebración y resultaba chocante ver como varias  mujeres se afanaban haciendo tortitas y te en una carpa, alrededor de una pequeña cocina en el suelo, vestidas con una especie de gabardina y pañuelos en la cabeza cuando el calor apretaba y se acercaba a los 30º. Al salir de ese parque, solamente cruzando una pequeña calle la ciudad se volvía totalmente diferente, calma absoluta, tranquilas terrazas en las calles, las parabólicas y los niños desparecen... Ya junto al río las zonas verdes están abarrotadas de gente que aprovecha el calor de la tarde.

Un último paseo por los aledaños del apartamento para descubrir, en un edificio con un aspecto exterior semiruinoso, un nuevo centro cultural, justo al lado del restaurante español Yosoy. Una última salchicha con su correspondiente cerveza en el agradable cafe Cinema puso fin a nuestro viaje a esta atractiva ciudad, de la que nos vamos con ganas de tener mucho más tiempo para vivirla y disfrutarla.  Habrá que volver...


1 comentarios:

Jerónimo de la dijo...

Pues para el poco tiempo que estuvistéis, un viaje muy aprovechado. Efectivamente, una ciudad que te deja con unas increibles ganas de volver ...

Jero