10 marzo 2011

3 días en Estocolmo, febrero 2011

Nuestro itinerario
Viernes, 25.  Sevilla - Madrid - Estocolmo. Gamla Stan 
Sábado, 26.  Estocolmo. Södermal
m, Gamla Stan, Kungsgatan, Östermalm, Gamla Stan 
Domingo, 27.  Estocolmo.  Museo Vasa, museo de arte moderno, ayuntamiento, Gamla Stan
Lunes, 28. Estocolmo. Saluhall.  Madrid - Sevilla
Presupuesto aproximado (2 personas)
Avión Sevilla - Madrid - Estocolmo (i/v): 320 € (con puntos Travelclub)
Alojamiento 3 noches (c/ desayuno): 300 €
Comidas (5): 330 €
Visitas monumentos y traslados: 140 €
Otros gastos: 110 €

Total por persona: 600 €

Cambio
Teníamos que pagar el alojamiento en coronas por lo que tuvimos que comprar algunas coronas. La verdad es que no merece la pena cambiar mucho dinero porque se puede pagar con VISA en todas partes y mientras en el banco nos hicieron un cambio de  8'42 coronas suecas (SEK)/€, además de 6€ de comisión, el cambio con la VISA estuvo entre los 8'75 y 8'82 SEK/€. El cambio oficial estaba en 8'87 SEK/€, uno de los peores cambios de los últimos años (durante 2009 y principios de 2011 se pagaban de 10 a 11 SEK/€). En algunos sitios aceptaban euros, aunque hay muchos en los que no.

Compras
Es una ciudad ideal para los amantes de las compras. Hay montones de tiendas de diseño de todo tipo. De ropa, de cocina, muebles, juguetes, cosas para la casa...  Vimos unas atractivas tiendas de ropa en Södermalm, entre las calles Söderleden y Renstiernas. En Gamla Stan hay tiendas de recuerdos, además de otros comercios de todo tipo, algunos muy atractivos. Nos llamó la atención comprobar que había algunas tiendas  que recordaban a las de las pequeñas ciudades españolas de hace muchos años.
Pero desde luego también están todas las grandes cadenas que te encuentras por todo el mundo, con ZARA ocupando, como siempre, un lugar destacado. Para eso hay que dirigirse a la zona norte, en el entorno de las calles Kungsgatan y Drottgninggatan. En la primera de ellas están también algunas de las cadenas de ropa de montaña, en donde se encuentra de todo para el frío, pero a unos precios que hacen entrar en calor. Alewalds (nº 32) y Naturekompanien (nº 4 y 26). También cerca está Haglöfs, empresa sueca de ropa y equipamiento de montaña de alta calidad.
Atención a los horarios que, al menos en invierno, en general, van de las 10 ó 11 a las 6 ó 7 de la tarde durante la semana y de 11 ó 12  a las 5 los sábados.

Precios
Desde luego es una ciudad cara. Un billete de metro o autobús cuesta casi 3 € y 6 ó 7 € una cerveza (eso sí, de 1/2 l). Aventurándose un poco, se podría decir que los precios son de un 50 % a un 100 % más caros que en España. Las entradas del museo Vasa y del museo de arte moderno rondaban las 100 SEK (unos 11 €).  Aunque se pueden encuentran alojamientos muy apañados de 60 a 90 €/noche.
En un restaurante se puede tomar el lunch (un menú sencillo) al mediodía por unos 15 € (bebida aparte). Por las noches sube el precio del menú y una cena en un restaurante se puede poner entre 30 y 40€. Eso sí, el vino tiene unos precios prohibitivos. Difícil tomar una copa por menos de unos 8 € y fácilmente supera los 12€. En un restaurante, una botella de vino suele ir de 60 € en adelante.
El gasoil costaba unas 10 SEK (1'15 €) y la gasolina 13'7 SEK (unos 1'5 €).

Clima
Aunque durante varios días antes de nuestra llegada las temperaturas mínima oscilaban entre los -20ºC y los -10º, mientras estuvimos allí los termómetros marcaban entre -3º C y + 1º C, aunque es cierto que por momentos, la proximidad del mar en parte congelado y la gran cantidad de nieve acumulada en la ciudad hacía que la sensación térmica fuese de algunos grados menos. Lo mejor es ponerse alguna buena camiseta interior (estrenamos unas térmicas que fueron muy bien) por debajo de una camiseta o un polar fino y por encima una o dos capas de buena ropa de abrigo. En los interiores suele hacer bastante calor y la gente es cuidadosa de que no se pierda. Para los pies nosotros optamos por unas buenas botas con unos calcetines específicos para bajas temperaturas y nos fue muy bien.
Unas prendas importantes son los guantes, un gorro y una bufanda. Conviene contar con alguna prenda que cubra los orejas porque es una zona en la que  se nota mucho el frío intenso. Por cierto que conviene prestar atención cuando se coge o se guarda algo en los bolsillos con los guantes puestos. Es fácil que se caiga algo sin que uno se percate (sí, algo perdimos). Y no era difícil ver guantes perdidos, en las aceras, en un banco, colgado de unas ramas...

Direcciones útiles
Generales
Estocolmo
Alojamiento

Transportes
Para trasladarse desde el aeropuerto al centro de la ciudad lo más económico es coger el autobús Flygbussarna, que para justo delante de la terminal, unos pocos metros a la izquierda de la puerta de salida. El precio del billete de ida y vuelta es de 219 SEK (unos 25 €). El autobús tarda de 40 a 50  minutos, dependiendo del tráfico, y te deja en la estación central desde donde puedes desplazarte en metro o autobús si tú destino no está muy cerca.
Aunque en varios foros habíamos leído la utilidad de la tarjeta Stockholm card (550 SEK/2 días) que permite entrar gratis a la mayoría de los museos y lugares de interés, además de usar todo tipo de transportes, nos decidimos por comprar solamente unos bonos para los transportes públicos. Son 16 cupones que cuestan 180 SEK, pero por cada viaje hay que gastar 2, así que sale  a unos 2'50 € el trayecto. Puedes hacer transbordos con un margen de 1 hora entre uno y otro.


En el mapa adjunto, con un punto rojo se señalan algunos de los lugares aludidos en el relato que sigue.

Nuestro viaje, día a día

Viernes, 25.  Sevilla - Madrid - Estocolmo
Con una puntualidad desacostumbrada para Iberia nuestro avión llegó a Madrid unos minutos antes de la hora prevista. Claro que pronto lo pagaríamos y el siguiente vuelo despegó con 90 minutos de retraso.
Eran las 5 de la tarde y empezaba a anochecer cuando llegamos a la estación central y, aunque no hacía un frío exagerado, a los pocos minutos de bajar del autobús tuvimos que empezar a ponernos ropa de abrigo hasta acabar con lo que ya sería el uniforme de cada día: polar, anorak, bufanda, gorro, guantes... Después de un paseo de unos 30 minutos llegamos al B&B en donde nos esperaba Casimir. A pesar de estar situado en pleno centro de la ciudad, en la isla de Gamla Stan, en toda la zona se respiraba un ambiente de calma propio de una pequeña ciudad y la calle en donde nos hospedaríamos estaba totalmente desierta. Nuestro anfitrión nos esperaba un poco impaciente por nuestro retraso con una de las 3 chimeneas de que dispone la casa preparada para encenderla cuando llegamos. En la casa se respiraba un ambiente muy cálido, tanto por el recibimiento de nuestro anfitrión como por la potente calefacción. Es una casa muy particular, repleta de obras de arte, algunas del propio Casimir, en la que conviven fotos de Andy Warhol, cortinas hechas con el cinturón de un kimono y hasta una imagen de la virgen del Rocío. Una vieja cocina, similar a las cocinas de leña españolas hace las veces de escitorio. Forman parte destacada de la decoración los moldes de caras que, en distintos materiales, se encuentran por toda la casa. La ventana de nuestra habitación, justo enfrente a una calle que se abre finalmente hacia el mar, gozaba de una bonita vista.


Una vez instalados salimos a pasear por Gamla Stan. Aunque en algunas épocas es una zona muy turística, abarrotada de gente, nosotros la encontramos siempre muy tranquila. Esta noche estaba casi desierta. La nieve se acumulaba en las calles y en algunas plazas se formaban pequeñas montañas con la que se iba retirando cada día para hacerlas transitables. Aprovechando que los bancos cierran a las 6 de la tarde (a las 5 los sábados) llegamos justo a tiempo para cambiar algunos euros. Después de una primera toma de contacto el frío animaba a refugiarse en algún sitio y una cervecería muy animada,  Cafe Tabac, parecía un buen lugar para entrar en calor. Vimos que se ofrecían unas pequeñas raciones y creímos traducir, un tanto extrañados, que una de ellas era "solomillo al whisky", pero después de ver que también se ofrecía jamón de pata negra, queso manchego y pimientos de Padrón era evidente que la cocina era de inspiración española. Por si hubiese alguna duda delante nuestra preparaban unas sangrías. Allí tomamos un exquisito queso manchego y un vino, desconocido para nosotros, que nos gustó mucho y al mejor precio que veríamos en los 3 días (53 SEK/copa, unos 6 €). Su marca era RAMÉ, d. o.  "Campos de Borja".
Apenas había nadie en la calle cuando nos dirigíamos a cenar al restaurante Pastis, de inspiración francesa, que nos había recomendado Casisimir, en la misma calle de su casa. Es un local muy pequeño, con cada rincón aprovechado y casi sin espacio entre mesa y mesa. Algo habitual como veríamos, como lo es también el que haya muy poca iluminación y velitas en cada mesa (una putada para algunos si se te olvidan las gafas). A pesar de estar lleno, con mucha clientela local, el ambiente resultaba muy agradable. Aprovechando una oferta nos decidimos por unas ostras con una copa de champán que completamos con unos mejillones al estilo bretón, con una copa de vino y un postre casero (total, 700 SEK).

Sábado, 26.  Estocolmo.  Södermalm, Gamla Stan, Kungsgatan, Östermalm
Casimir nos ofreció un copioso y variado desayuno del que destacamos una riquísima mermelada de "lingonberry", unas frutas del bosque, de Laponia, que recuerdan a las grosellas. Con una amena conversación nos hizo algunas sugerencias y nos ayudó a planificar nuestra estancia. Comenzamos con un paseo por "nuestro barrio", y aprovechando que algunos comercios comenzaban a abrir sus puertas (eran las 10) y que todo estaba muy tranquilo hicimos algunas compras, aunque algunos comercios no abrían hasta las 12.

Desde allí nos fuimos hacia el sur de la ciudad, al barrio de Södermalm. Después de subir unos pocos escalones, aunque también se puede subir en un ascensor, llegamos al mirador Katarinahissen, o "la Góndola". La construcción en sí no tiene un especial atractivo pero desde allí se disfruta de unas maravillosas vistas de la ciudad.  Para los entusiastas de Milenium decir que muy cerquita de aquí esta la sede de Milton Security y el espectacular apartamento que se compró Lisbeth Salander. En realidad, en el barrio de Södedrmalm están la mayoría de las localizaciones de la trilogía de Stieg Larsson.
En la calle Bondegatan hay atractivas tiendas de ropa con bonitos diseños (Matilda Wendelboe, Tjallamalla son algunos nombres con los que nos hemos quedado). En esta zona hablábamos sobre el significado de unos carteles que se repiten en distintas calles con la leyenda "Rasrisk" cuando un montón de nieve que cayó desde un tejado sobre la acera justo a nuestro lado dejó claro el significado: "peligro de caída de nieve".
Nos gustó mucho la zona de Vita Bergen, viviendas del siglo XVIII construidas en una colina para los trabajadores del puerto y las fábricas de Söder, rodeadas de unas características vallas rojas. Muchas de ellas conservan su aspecto original. En la zona hay además un frondoso parque que estaba precioso completamente nevado. La cima de la colina está coronada por la impresionante iglesia Sofia Kyrka de principios del siglo XX con influencias románticas y góticas, y coronada por altas agujas.
Rodeando la isla de Söder continuamos por la zona sur y oeste, que nos pareció menos atractiva. Llegamos así a la zona noroeste de Söder a la altura del parque Sinnarviks, desde donde se disfruta de una bonita panorámica del lago, congelado en buena parte, y de la parte norte de la ciudad. El ayuntamiento, casi enfrente y la torre de la iglesia de Riddarholmskyrkan, la iglesia panteón de los reyes de Suecia, son algunos de los lugares con un perfil destacado. Descendiendo desde el parque hasta el borde del lago un agradable paseo junto a los barcos anclados en las aguas congeladas nos devuelve hasta Slussplan, un poco atractivo cruce de carreteras y vías de tren, en donde cruzando el puente,  volvemos a Gamla Stan. 



Es hora de comer y una atractiva oferta de un "lunch" por 129 SEK en el 19glas, restaurante y vinoteca, llama nuestra atención.  Se trata de una rica y minimalista sopa "de diseño" (mucha presentación y poca sopa) y un consistente plato de carne. Los precios del vino, nada por menos de 90 SEK/copa, hacen que nos inclinemos por una cerveza que además aquí tenía un precio muy aceptable, 39 SEK
Para cambiar de zona decidimos conocer el metro.  Se anucia como "la mayor galería de arte del mundo" y en un folleto que distribuyen en el propio metro algunas estaciones se ven realmente atractivas. Nosotros estuvimos solo en 4 ó 5, algunas de ellas de las que aparecen en los folletos y, la verdad, nos pareció que no es para tanto...
Estamos ahora en Norrmalm, la zona comercial, en el entorno de las calles  Kungsgatan y Drottgninggatan. Mucho más movimiento, gente de compras, y las grandes firmas que se pueden ver en todas las ciudades europeas, además de las tiendas con el toque de diseño sueco.  Callejeando llegamos a  Östermalm, una de las zonas más exclusivas de la ciudad. Marcas internacionales, de la mano del diseño escandinavo de gran categoría en moda y decoración. Nuestra intención era cenar en el mercado de Saluhall, pero nos encontramos con que cierra los sábados a partir de las 6 de la tarde y los domingos. Así que decidimos volver a cenar a nuestro barrio. Comenzaba a notarse más el frío, especialmente en las zonas abiertas y próximas al mar. 
Las callejuelas de Gamla Stan estaban más resguardadas del frío y el ambiente contrastaba con el bullicio  de Norrmalm. Poca gente en las calles, solo algún grupo guiado por guía locales vestidos con trajes de época, aunque mucho movimiento en los restaurantes.  Cenamos en Gunnels Krog y aunque queríamos probar algún plato a base de alce o reno, solo preparaban estas carnes en una especie de albóndigas así que nos decidimos por la ternera sueca, discreta sin más. Con 2 reconfortantes sopas, 1 copa de vino y un par de cervezas supuso 520 SEK.
Al llegar a casa, la chimenea encendida en la habitación y las velas que Casimir dejaba por todas partes  pusieron fin a un bonito día en el norte.

Domingo, 27.  Estocolmo.  Museo Vasa, museo de arte moderno, ayuntamiento
Casimir no estaba en la casa pero había dejado todo dispuesto para que nos preparásemos un buen desayuno. Pronto nos fuimos al muelle, en Slussen, y desde allí, un bote de la compañía Washolmsbolaget (40 SEK) nos trasladó en apenas 10 minutos, a través las aguas congeladas del mar Báltico, a la isla de Djurgarden
A 5 minutos del muelle está el museo Vasa. El museo gira en torno a un barco hundido en el siglo XVII a los pocos minutos de su botadura y recuperado en un sorprendente estado de conservación a mediados del siglo XX. La visita merece la pena, tanto por la belleza del barco como por todo el montaje alrededor del mismo, muy didáctico y que permite contemplar el barco desde todos los puntos de vista posibles. La entrada cuesta 110 SEK




El mismo barco nos trasladó, desde el mismo muelle en que nos habíamos bajado, a la pequeña isla de Skeppshlomen en un par de minutos, aunque el precio era el mismo, otras 40 SEK. Íbamos al museo de arte moderno (100 SEK). Además de las exposiciones temporales posee una interesante colleción permanente de autores consagrados. Entre otros, se pueden admirar obras de Dalí, Picasso, Andy Warhol, Bacon, Kandinsky...
Después de una mañana de museos era hora de comer y callejeando, después de cruzar el puente  de Skeppshomsbron, acabamos de nuevo en la calle Kungsgatan. A la altura del número 30, un cartel anunciaba una sopa de pescado por 120 SEK.  El frío de la calle y los pasteles de las vitrinas nos animaron a entrar. Completamos el pedido con unas tostadas de salmón y albóndigas de carne que hubiésemos querido anular cuando vimos la taza, el tazón de sopa, repleto de trozos de pescado. Un auténtico reconstituyente y, además, estaba buenísima.
Todavía nos acercamos a ver de cerca el edificio del ayuntamiento, antes de volver a Gamla Stan. Callejeamos otra vez por las calles próximas, antes de acercarnos a casa. Habíamos pensado en cenar de nuevo en Pastis pero estaba cerrado, así que nos fuimos a otro de los restaurantes cercanos, Tomrik, una mezcla entre un restaurante y un pub, con la habitual escasa iluminación, velas y ambiente agradable, aunque sobraba la música. Una buena sopa, un steak tártaro, un plato de pescado, poco atractivo visualmente pero sabroso,  tarta casera de queso y un par de cervezas por 580 SEK.



Lunes, 28.  Estocolmo.  Saluhall. Madrid - Sevilla
Después de departir un ratito con Casimir salimos con nuestro equipaje rumbo a la estación para coger el autobús. Como teníamos algo de tiempo y nos habíamos quedado con las ganas, decidimos darnos una vuelta por el mercado de Saluhall. Es un pequeño mercado en un edificio muy bonito, con puestos de verdura, carne, pescado y productos de la gastronomía sueca. Resulta muy atractivo visualmente, con todos los puestos con productos impecables, fresquísimos, de colores brillantes y perfectamente dispuestos. Además hay algunos restaurantes en los que puedes degustar los productos del mercado. Tuvimos el tiempo justo para comprar un poco de salmón y un bote de lingonberry antes de tomar el metro hasta la estación.
Iberia nos tenía reservada una última sorpresa. El vuelo de salida se anunciaba con un retraso de 75 minutos. Teniendo en cuenta que, sobre el papel, teníamos 60 minutos para hacer el enlace en Madrid, lo dimos por perdido. En el mostrador de embarque nos aseguraron que además el único avión que había después de Madrid a Sevilla estaba completo por lo que nos abonarían una noche de hotel. No había mostrador de Iberia y en el que se atendían las incidencias de Iberia no había personal propio de la compañía, ni nadie que hablase español, y allí no nos dieron ninguna solución más que dirigirnos en Madrid al mostrador de tránsito. Ante esta situación decidimos facturar el equipaje a Madrid. El avión salió con 90 minutos de retraso e, increíblemente, 10 minutos antes de la salida del vuelo de Sevilla. Aunque nos dieron 15 minutos de margen para recoger la maleta, una vez que la teníamos, al pasar por el control para pasar de la zona de equipajes a las puertas de embarque, un operario con exceso de celo nos hizo abrirla para sacar un bote de champú. El tiempo suficiente para perder el avión. Lo curioso es que en la maleta había una navaja que pasó desapercibida.
Finalmente en el otro avión sí había plazas libres, aunque también salió con 30 minutos de retraso, esperando a unos pasajeros de una avión retrasado.
Obviado el incidente con Iberia, una maravillosa escapada a una preciosa y acogedora ciudad. 

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